El maestro de canto
La estrecha relación que mantuvo Isidora Zegers con su maestro Frédéric Massimino queda en evidencia en el Álbum azul. Frédéric Massimino fue un profesor de canto de origen italiano durante en el último cuarto del siglo XVIII. Se le recuerda principalmente por sus manuales Nouvelle édition des solfèges à une voix y Nouvelle méthode pour l’enseignement de la musique que se mantuvieron vigentes hasta el último cuarto del siglo XIX. Alrededor de 1816 se hizo famoso en París por su “método de enseñanza mutua”. No se tiene muy claro desde qué momento Isidora comenzó a tomar clases con él, pero debió ser después de 1813.
Este vínculo, entre Isidora Zegers y su maestro, al que describe junto a este retrato como “Compositor y profesor de Canto por la Escuela Imperial de Saint Denis”, se despliega en 15 documentos, una nota de prensa con un grabado del músico pegado a ella, 11 cartas y dos partituras, con piezas musicales compuestas por Massimino y dedicadas a Isidora Zegers.
Frédéric Massimino demuestra de muchas formas la calidad y el tono de esta relación de afinidad. Llama frecuentemente a Isidora “mi joyita” y durante muchos años le pide que regrese, como dice en una carta: “Si usted quiere hacerme el bien, deje Chile y vuelva lo antes posible entre los parisinos, donde el talento puede prosperar más”.
Son muchísimas las cartas que se conservan de Massimino a Isidora Zegers, aunque lamentablemente falte la voz de Zegers en esta conversación. No sabemos si es que Massimino albergó otros sentimientos por su brillante estudiante, pero casi durante dos décadas se interesó por su suerte y mantuvo con ella conversaciones donde buscaba que el vínculo entre ambos no se rompiese.
Le pregunta y la aconseja sobre su vida familiar y artística y le cuenta sus alegrías y pesares. Así menciona en una carta que “Sus cartas no pudieron compensar su ausencia, pero siempre me han hecho mucho bien. Pintan esta alma llena de fuego, este ser ardiente que a menudo me hizo impacientarme y que, después, me recompensó”; o bien cuando le dice en otra carta: “Usted seguramente no duda del interés que me produce: es cada día más grande. Su ausencia es un pesar permanente para mí; quisiera tener alas para ir a decírselo en persona”. Ya en 1837 se resigna en una carta a no ver nunca más en vida a Isidora y señala “Será en otro mundo donde nuestro reencuentro tendrá lugar”.
Frédéric Massimino continuó siendo profesor en Saint Denis durante varias décadas, además de dedicarse a la docencia particular. Formaba parte de círculos sociales conformados por cantantes de ópera y frecuentemente informa a Isidora Zegers de estas relaciones sociales. Muchas veces le presenta distintos viajeros y le recomienda personas, como es el caso del propio Henry Lanza o bien el doctor Bertero.
En nuestra opinión, este vínculo con Massimino permitía que Isidora formase parte, aunque de manera muy extramuros, del mundo de la ópera parisina, y por eso ella siempre mantuvo esta correspondencia y la debió haber fomentado.
En las últimas cartas, su maestro pasaba apuros ecónomicos, por lo que pide encarecidamente a Isidora que cobre a un señor Ramírez una cantidad de dinero que éste le adeuda por un conjunto de sus manuales que le había entregado en concesión, y el mismo requerimiento hace con respecto a Henry Lanza. Nunca sabremos si Massimino pudo cobrar efectivamente el dinero que se le adeudaba porque no hay ninguna noticia al respecto.
Frédéric Massimino estaba muy orgulloso de su antigua estudiante y así lo manifiesta en las cartas al decir en una “Sé que usted es la primera virtuosa de Chile” o, en otra, “Todos los chilenos que llegan a París me hablan de usted de un modo que aumenta mi pesar por no haber podido conservar en París el modelo del más bello de los talentos”.
Fréderic Massimino falleció en París el 15 de mayo de 1858. Así, y con mucho afecto, se despedía de su insigne alumna Frédéric Massimino “Me despido, encantadora Isidora, joya de las más preciosas que existen en la tierra. Le reitero mi indefectible afecto”.