De cantantes y operistas
Isidora Zegers llegó a Chile por motivos familiares, pero rápidamente se insertó como cantante en círculos aficionados y profesionales. El entrenamiento recibido en Europa con su profesor, Frédéric Massimino (1775 - 1858) le permitió tener un cercano vínculo con el mundo de la ópera, promoviento a cantantes, y ganándose su amistad.
Entre las diversas prima donnas que visitaron Chile durante aquellos años, la más cercana fue Teresa Rossi, soprano que arribó al país en 1844 y vivió por casi 15 años entre Chile y Perú. Estas cartas, de índole privada, demuestran una profunda amistad que abarca muchísimos años, desde los primeros meses en Chile hasta el retorno a Italia.
Otra figura cercana a Isidora Zegers en estos años, fue Clorinda Corradi de Pantanelli, la célebre contralto que llegó junto a Teresa Rossi en 1844, y que se transformara luego en la primera profesora de canto del Conservatorio Nacional. Una cantante que había conocido personalmente a Bellini y a Donizetti (quien escribió un rol para ella), sin duda Corradi presentaba para Isidora Zegers una conexión al más alto mundo de la ópera.
Isidora Zegers fue la conexión que permitió traer, en 1840, al tenor Henry Lanza como maestro de capilla de la Catedral de Santiago. Hijo del célebre profesor de canto Gesualdo Lanza, Henry no se abocó tanto a su rol como maestro de capilla, como sí a servir de profesor de canto y luego como tenor en diversos teatros de Chile. Las cartas con él muestran una relación profesional, y a través de las cartas de su profesor Massimino podemos entender cómo aquella conexión en París fue clave para traer a Lanza.
Isidora Zegers, además de cantante, también dedicó algunos trabajos a la composición, muchos de ellos piezas líricas que muestran su amor por la ópera y su propia técnica. Entre ellas, este Les regrets d'une bergère (los lamentos de una pastora), es una de sus composiciones más extensas y elaboradas. Aquí, en versión de Carmen Luisa Letelier y la pianista Elvira Savi.